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03 junio 2013

RITA BARBERÁ: VEINTIDÓS AÑOS GOBERNANDO

Rita barbera veintudos años gobernando

Veintidós años gobernando desde la alcaldía una ciudad deben de ser muchos para un sector minoritario de sus vecinos que no se muestran aptos para la derrota.

Veintidós años gobernando merced a triunfar en las urnas tras seis legislaturas, por lo visto, deben de atragantar a un grupo siempre dispuesto al pito y a la flauta, menospreciando a una mayoría proclive a dar su voto a una Alcaldesa que desde su primer día se volcó por su ciudad con amplio reconocimiento de la inmensa mayoría de los ciudadanos.

Veintidós años triunfando en todos los distritos de la ciudad es muy difícil de digerir por quienes sueñan y sufren con Rita Barberá, que de seguro en algunas noches del caluroso estío, que son las más en Valencia, les hará retorcerse entre unas sábanas humedecidas por un agrio sudor que brota de unos poros dilatados por obra de unos exabruptos que manando del interior de sus vísceras retorcidas están listos para vociferar en la calle al grito conminatorio de un pásalo que se agrupa en una lista de distribución donde aparecen los de siempre.

Veintidós años triunfando en todas las citas electores no tienen ningún significado para esa bullanguera minoría que, por otra parte, tantas veces cuanto les viene gana presumen de demócratas, pero con desprecio a las urnas; intento que lo único que demuestra es el concepto que tienen de un sistema que sólo es válido para ellos cuando de la forma que sea alcanzan el poder.

Camada esta que son siempre los mismos y con la misma geta, tanto en cuanto su predicamento es el de la mentira, el de la infamia y del invento falaz en la creencia que irán aglutinando contra la alcaldesa a quienes sueñan con ella desde el primero al último minuto del día desde hace veintidós años.

No creo que Rita Barberá esté necesitada de consejo alguno, pero a tenor de sus declaraciones por el ataque personal del juez Castro que ha instado en su contra a otro órgano judicial, tras sus declaraciones en rueda de prensa una vez leídas unas páginas de hechos indiciarios carentes de todo rigor, no estaría de más, al menos yo lo haría, el acudir al juez de guardia y presentar una denuncia contra el juez mallorquín por su “presunta prevaricación” según se induce en sus conclusiones.

Qué no sólo hay que poner en tela de juicio a nuestros políticos que ejercen la cosa pública con el único código de su conciencia personal, sino también y más si cabe a los jueces, quienes debieran ejercer su profesión en base a unos códigos escritos cuyo cumplimiento les obliga y que por lo que vemos de continuo, no siempre; y no así a su conciencia que debiera estar supeditada a las leyes. Y sólo a ellas.

¿Qué pasará si Rita Barberá no denuncia al Juez y los indicios de éste se quedan en nada?

Pues lo de siempre: un juez contento, una minoría con más armamento para difamar, y una próxima victoria electoral de Rita Barberá que espero lo sea por muchos años.

Sus enemigos coléricos se lo merecen. Y que sigan retorciéndose mientras duermen envueltos en sus iras, al igual que lo hacen durante el día lanzando sus infamias.

Así llevan veintidós años.

4 comentarios:

Marcos dijo...

Rita es mucha Rita, y por muchos años.

Hay algun político de izquierdas que si lo llamasen a La Zarzuela, pensaría que el Rey no estaba detrás de la citación, o del asunto a tratar.

Julio Cob dijo...

Marcos, la izquierda es así.
Les alivia "inventar" cosas. Ojalá las procurarán de provecho.

Saludos

Anónimo dijo...

fascista

Julio Cob dijo...

Una prueba más de lo dicho, como siempre; sin dar la cara y por las sombras. Es por dónde mejor se mueven.

Lo dijo W. Churchill

"Los fascistas del futuro, se llamarán a sí mismos antifascistas."

Lo que no dijo pero seguramente lo pensó, es que se les reconocería igualmente porque siempre se manifestarían con el embozo de su cobardía, siempre desde el anonimato.

Con sus expresiones y sin dar la cara se definen a sí mismos.

Nota: Podría eliminar la entrada, pero es mejor dejar constancia de su mezquindad.

Me viene al pelo.

Julio Cob