En las elecciones municipales y centrándonos en las capitales de provincia, el partido de la oposición ha logrado el mayor de sus triunfos, incluso alcanzando la mayoría absoluta en las ciudades más representativas de España, sin que el partido gobernante se haya impuesto de forma clara y rotunda en ninguna de ellas.
Sí, es cierto que lo que estaba en juego era el número de Concejales que diera el poder a las Alcaldías, por lo que la figura de quien ostenta el poder del Gobierno no estaba en juego.
Pero su principal cabeza y sobre la que pesa la responsabilidad del buen gobierno, reconociendo sus errores de los últimos años que pusieron en su contra a la opinión mayoritaria del pueblo español y de la clase política, aconsejado por sus más íntimos colaboradores, tal ha sido su dignidad, que ha tomado la decisión en poco menos de veinticuatro horas de abandonar su cargo dejándolo en manos de quienes él ha entendido que pueden satisfacer los deseos expresados por parte de la mayoría de la población.
Con ello, ha demostrado sus mejores deseos al tiempo que alzando su mirada y su firme decisión ha dado un ejemplo de dignidad y altas miras hacia un pueblo que de forma mayoritaria ha acogido con agrado su abandono, y al mismo tiempo sorprendido por la caballerosidad y desprendimiento que ha encerrado su irrenunciable disposición.
Pese a que su trayectoria era aceptada por una parte del pueblo español, otro sector le mostró su rechazo y con ello su desconfianza.
Pero todo esto es historia y pertenece a un pasado lejano. El único dato incuestionable de entonces es que cuando quien ostentaba el poder se vio rechazado por la mayoría de la población, la dignidad que atesoraba le llevó a allanar el camino para que otros se hicieran con las riendas en el inicio de una nueva singladura que esperanzó al pueblo.
Se llamaba Alfonso XIII. La situación de aquellos años nada tiene que ver con la actual y son muchas las diferencias.
Sin embargo una cuestión sí que es común: el rechazo mayoritario de la opinión pública refrendado en las urnas.
Mientras que al mismo tiempo, la mayor diferencia estriba en la dignidad del Monarca que demostró de forma instantánea; no así como en la actualidad en la que destaca la bajeza moral de Rodríguez Zapatero puesta en prueba desde el primer día que llegó a la Moncloa.
Y así… hasta el día de la fecha.
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