Ya se ha escrito mucho sobre ello, tanto, que hay quienes ni se han preocupado en indagarlo y en lugar de acercarse a esas páginas, las huyen, arracimados al bla, bla, bla en cuya tutela se sienten más a gusto.
Las ideologías de izquierda que más bien han servido como la gasolina que tanto han necesitado sus adeptos, los que transmutaron a un país del nunca jamás, del que nada se sabe, alienados en la panza troyana de la mentira, ignorando de paso la nación en la que viven, tal y como es el caso excepcional de nuestra nación española, tan aislada del resto de Europa en este sentimiento, como el Reino Unido pueda estar del euro. Y de esta guisa camina gran parte de sus seguidores. Ni saben de dónde vienen, ni siquiera a dónde van
Desgraciadamente con el nacimiento de una clase media cada vez más patrimonial y en defensa especialmente de lo suyo, como por ley natural no puede ser de otra manera, vemos, que pese a lo que dice y por lo tanto a ello se obliga, nada quiere saber de la solidaridad por mucho que la pregonen, a lo que se podría añadir un largo etcétera siempre en el mismo sentido. En la EMT valenciana estamos viendo el ejemplo.
Se podrá discrepar de Toni Cantó como es lo cierto, pese a que el pensamiento único está atrincherado en un sector de nuestra sociedad muy definido, que más bien se ha servido de la mentira, de la insidia y de la defenestración a quienes consideran adversarios o enemigos. Un pensamiento enfrentado a quienes utilizando su libertad jamás han aceptado engrosar el redil de los aborregados, estos, quienes prefieren ignorar de dónde han venido, mas aceptan el trágala por la mesta desnortada.
Toni Cantó no nos habla de ideologías, sino de hechos argumentados de los que se podrá discrepar con otros argumentos que con seguridad buscarán el mismo fin, aunque sus caminos sean distintos, pero paralelos.
No dice mentiras Toni Cantó, como las que tantos anhelan para convertirlas en dogmas tantas veces fabricados.
Él, tiene tan claro que es un ciudadano español que su mayor objetivo es luchar por una sociedad en la que todos los ciudadanos tengan las mismas ventajas, al igual que los mismos problemas. Que la línea de salida sea la misma para todos compensando las naturales diferencias siempre a favor del débil, jamás del fuerte. Y nunca en terreno hostil, como bien pudiera ser el ejemplo que cita, que en la Comunidad Valenciana existan dificultades para estudiar tanto en castellano como en valenciano.
Así de claro lo dice: la cultura a nuestro servicio y no por su utilización política. Y si los docentes tienen que trabajar más horas al igual que el resto de los ciudadanos y al margen de las ideologías políticamente correctas, pues que lo hagan. Sin educaciones trasnochadas, aberrantes y con el sello de la alienación.
Que bien lo necesitan un par de generaciones, que ni saben lo que son, ni dónde están; ni el saber estar siquiera.
En el estadio Calderón vimos una muestra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario