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24 septiembre 2012

RATA DE CLOACA

ratas de cloaca

Quien no se consuela es porque no quiere, pero haberlos haylos.

Los hay que con los libros, pero también quienes disfrutan mediante el recurso de la algarabía, ajenos al freno de marcha que intencionadamente evitan.

Como también haberlos en el hallazgo de un furor uterino, su única credencial más la del “calimocho”, o quienes siempre dispuestos a destrozar el más preciado búcaro (sea éste de veinte siglos de antigüedad fundido por el crisol de la historia) en su deleite se solazan. Responden a quienes disfrutan como cerdos con su vista fija en ombligo propio y rascándose la tripa. O destrozando un contenedor en la calle solitaria; incluso a la luz del día.

O quemándolo. O diciendo: ¡Ve y quémalo!

Y no hace falta catalejo alguno pues están bien a la vista.

En medio de una profunda crisis, somos los españoles los europeos que más la sufrimos, pero desgraciadamente y sin intención alguna -más que la de los emprendedores-  de cerrar filas a la busca de la luz del túnel.

Están a la vista y son aquellos quienes desean que si Moisés abrió las aguas del Mar Rojo camino a la salvación, éstas se cierren; tal y como se demuestra por esa algarabía “tensionada” un día por Zapatero, quien dejó a sus consecuencias y para su uso zarza seca y pedernal, hacia un federalismo mal entendido que si algo pudiera tener de eficaz, no lo es cuando desde la mentira y la manipulación se ha ido incrustando de forma sibilina a una legión de pardillos deliberadamente formada, la idea de que cuando pintan bastos, en lugar de sumar, hay que romper la baraja.

O lo que es igualmente peligroso, aquellos que sin entrar a la jugada, los pardillos, disfrutan de la partida satisfechos de que el volcán entre en erupción, aunque les abrase.

Son estos ratas de cloaca. Son quienes ajenos a la luz, les gustan las sombras, por las que disfrutan, pero no para su solaz recreo, sino para incrustarse en ellas dejando su simiente. Allí dejan su huella a la caza de huestes ignaras dispuestas a destrozar la nación a la que pertenecen y nada solidarias en aportar un granito de arena por diminuto que éste sea: ¡Ve y quémalo! Dicen. 

Que lo es, pero no por ello inútil.

Haberlos haylos y todos sabemos de ellos.

Los conocemos.

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