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12 marzo 2012

EL ORIGEN DE LAS FALLAS

Hipotética antigua falla. Dibujo del autor
Valencia y sus fallas. Fiesta del Arte e Ingenio con reconocimiento internacional que desde el momento de su “crida”, invitación a todo el mundo a su disfrute y hasta el día de la “cremá”, cuando el fuego limpia las ridiculeces del ser humano teatralizadas mediante los “ninots”, conforma una actividad que da relieve y trabajo a quienes a ella contribuyen.
Rafael Solaz, bibliógrafo y documentalista, me brinda la posibilidad de dejar de su mano el origen de la por excelencia fiesta josefina.
Quién mejor que tan ilustrada y generosa pluma. Corresponde a esa clase de personas que los valencianos reconocemos como: ¡Es un home bo!
EL ORIGEN DE LAS FALLAS
Hasta ahora la teoría más divulgada del origen de las fallas con “ninots” gira en torno al “estai” o “parot”, aquel artificio que se utilizaba en las carpinterías para sujeción de los crisoles que, cuando pasaba el invierno, era sustituido por uno nuevo y echado a la hoguera junto a las virutas del propio taller. Y se dice de la participación “dels fusters” y su costumbre de realizar fallas la víspera de su patrón Sant Josep, incorporando ropas viejas al “parot” y surgiendo así el ridículo “ninot”. Esta aseveración parte del último tercio del siglo XIX y no tiene ningún fundamento histórico. Más bien parece una leyenda en el afán de explicar de una manera romántica cuando las fallas pasaron de ser simples hogueras a tener añadidos elementos decorativos o figuras. El “parot” no era uso exclusivo de los carpinteros ya que, es lógico, que cualquier artesano lo tuviera en su obrador para colgar en él los indispensables crisoles que ofrecían luz a la estancia. Así ha llegado esta leyenda hasta nuestros días aumentada por autores que van copiando de forma continuada esta suposición. No hay documentación histórica ni apoyo riguroso que permita sostener esta tesis popular.
NO OBSTANTE, la participación de los carpinteros fue directa por su relación con la materia combustible, la madera, y también por la coincidencia de la celebración festiva a su santo patrón, Sant Josep. Eso sí, discrepamos en la incorporación del “parot” como estructura del “ninot”.
EN RELACION CON LOS FUEGOS de Valencia diversas crónicas de los siglos XIV al XVII detallaron relaciones festivas y actos conmemorativos en los que la presencia de hogueras y luminarias se convertían en elementos imprescindibles de la celebración. En todo festejo que se apreciara se encendían por las noches hachas, antorchas y hogueras que proporcionaban a la ciudad una imagen radiante, destacando los edificios, como lámparas que iluminaban toda la urbe. Era sin duda un signo elocuente de festejo o acontecimiento extraordinario, una forma de de convertir la noche en día, la ciudad vestida de luz para la fiesta, para la celebración de diversos acontecimientos que atraían mucho.
EN EL SIGLO XIV ya se tienen noticias sobre la presencia de alimaras o “fallas” (hogueras) en diversos puntos altos de la ciudad, como eran las torres de las iglesias o las terrazas de los edificios. Unos años antes de la construcción del Micalet se instalaban en el cimborio de la Seo y en las torres de la Casa del Consell. En 1404 se colocaron luminarias sobre las recién construidas torres del Serrans y en 1413 sobre el torreón de la puerta de Sant Vicent. En 1438 se encienden, por primera vez, este tipo de fuegos en el “campanar nou de Seu” (Micalet), cuando se mandó por un pregón que “se fasen alimares por tot arreu a la fin de donar alegría al poble” con motivo de conmemorar el segundo centenario de la entrada de las huestes de Jaume I, según recoge el Manual de Consells.
POR LA VISITA REAL EN 1458 se celebraron fiestas y, entre otros actos, se acordó que: “la nit que entrara lo dit Senyor sien fetes alimares per los campanars e torres de la ciutat e cases de singular, axi con si fos la festa de Sant Dionis”. Era la época en que se hacía “foch artificial” a base de alquitrán, “oli de ginebre e polvora”, conjunto de ingredientes que se empleaban para provocar las quemas. Y así hasta multitud de noticias referentes a “iluminaries, focs i alimares”.
TAMBIÉN APARECE la palabra “falla” y “falles” para citar la hoguera. Dos ejemplos en sendas obras bien conocidas: Joanot Martorell, en su universal novela “Tirant lo Blanc” (1490), habla de “falles enceses de foc cremant les potencies de la natura”. Jaume Roig, en su “Spill llibre de les dones o Llibre de Consells”(1531), cita: “fonch foch les falles o al cap sens falla/bel am senti”. Otra vez se refiere a una delicada mujer que le cayó una brasa encendida sobre las ropas: “caich la canela/ feu be la vela/ per les tovalles/ deixá hi fer falles/ e flamejar”, y otra, al gran regocijo que “grands grits sens falla/ feren abduy”.
ANDREU MARTÍ DE PINEDA en su obra “Consells a un casat” (siglo XVI), sobre cómo vigilar a su esposa, le recomienda: “en les bodes y esponsales/ estiga poquet y ab vos/ y en veure encendre les falles/ dels jochs, dances y rialles/ tomeu a casa los dos”. El historiador Manuel Danvila, en su libro “La Germanía Valenciana”, cita un documento de 1535 en el que los moriscos gozaban de cierta tranquilidad después del alzamiento popular que ocasionó la guerra llamada de “Las Germanías”. Decían: “¡Alegraos, moretes, y haced alegrías y fallas!”.
UNA DE LAS PRIMERAS NOTICIAS sobre el alzamiento de una “falla” realizada por valencianos en el extranjero, ocurrió en Roma en 1501 con motivo de la boda de Lucrecia Borja con Alfonso de Este. Muchos de los valencianos que integraban la corte y tropas de Cesar Borja construyeron un magnífico castillo de madera que se plantó en la Plaza de San Pedro, al que posteriormente prendieron fuego.
EN 1538, celebrando el tercer centenario de la conquista de Valencia, se instaló una falla que costó 45 “sous” pagados a Tomás Roig, según consta en el libro “Sotsobrería de Murs e Valls”. En 1544 se plantaron “falles en la Plaça de la Seu. Botes plenes de llenya i aguantades per vigues posades de peu”. Estas noticias son bastante interesantes ya que citan fallas realizadas sobre una viga y coronadas por una bota llena de leña, unas quemas que atraían la atención de “grandísima gent”. También es de interés, por su valor toponímico, la localización de estas fallas instaladas sobre el área de la Seu: plaza de la Puerta de los Apóstoles (Micalet), calle de Cavallers y plaza de Sant Bertomeu (actual Manises). En 1599 por las fiestas celebradas en Valencia con motivo de la boda entre Felipe III y Margarita de Austria se citan hogueras instaladas sobre una parrilla de hierro, lo que daba a la “falla” cierto carácter monumental en su alzado respecto al suelo. Y así multitud de noticias más.
CON TODO, no se sabe muy bien cuando fue la incorporación de las efigies, figurones, bultos, monigotes, muñecos, “monyicots” o “ninots”, éstos últimos de clara etimología valenciana, ya que al juguete que representaba a un niño, se llama “nino”, “ninots” o “ninet”; a una niña “nina”, “nineta” o “ninota”. Antiguamente se hacían de madera, pasta de papel, cera, cartón o trapos. Si se trataba de un muñeco de figura defectuosa y ridícula, con adorno mal hecho o mal pintado, con carácter de extravagante y de mayor tamaño, a semejante mamarracho se le llamó “ninot”, término de burla muy empleado por artistas, sobre todo por los escultores.
UNA COINCIDECNIA en las primeras noticias sobre los “ninots”: eran de tamaño natural, estaban confeccionados sobre una estructura ligera (listones de madera), rellenos de trapos, vestidos con trajes a la moda o “trajes adecuados”, muchas veces con dibujos ridículos; sus rostros se representaban por medio de una máscara de cartón -ya empleada en los teatros y en la celebración de las danzas de “carnestoltes”- y otros elementos como el cabello eran realizados aprovechando la paja de rellenos. Voces contrarias a esta celebración clamaban ante este conjunto satírico que, según decían, representaba “diferentes asuntos que merecían la censura pública”.
PARECE SER que con los ridículos monigotes se organizaba una comitiva que recorría las calles, con el general divertimento, antes de ser lanzados a la hoguera. Por el tiempo comenzaron a colocarse en la propia estructura monumental entre los troncos y las maderas que servían de combustible. De ahí tendríamos el inicio de la falla con la incorporación de una figura. Almela y Vives y Sanchis Guarner citan que en 1751 ya se hablaba de seis o siete fallas con “figuras de bulto muy bien hechas”, sin aportar la referencia documental. Incluso se dijo que fue el notario Carlos Ros quien escribió unos versos satíricos sobre al menos dos de estos catafalcos. Algunas fallas tuvieron movimiento por medio de un mecanismo accionado manualmente.
¿LAS FALLAS son reminiscencias de los antiguos rituales a los dioses de la gentilidad? ¿Fuegos para celebrar la entrada de una nueva estación y de paso purificar todo aquello negativo? ¿O verdaderos Autos de Fe en contra de la presencia borbónica de principios del siglo XVIII? ¿O simplemente, en algún momento, se decidió colocar un “ninot” en una de las hogueras sin otro fin que ridiculizar y criticar a determinadas personas o estamentos? El verdadero origen de las fallas está por estudiar.
LOS VIAJEROS que nos visitaron a principios del siglo XIX, Lady Holland (1802), Fischer (1804), Laborde (1809) o Biñeque (1819), ya presenciaron y describieron aquellos “teatros y tablados con figurones”. Por cierto éste último preguntó a los ciudadanos cuál era el origen de las fallas. Nadie le supo contestar, dijeron que era costumbre que venía de muy antiguo.
Rafael Solaz
Bibliófilo y documentalista
“FALLAS VALENCIA 2012”
Publicado por LAS PROVINCIAS
Foto: Falla de cuando se incorporó el “ninot” imaginada por el autor.

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