En poco más de una hora llegamos a San Sebastián, Donosti para los lugareños y capital de Guipúzcoa. La bella ciudad cantábrica merecedora de los mejores calificativos a cuyo alcance con seguridad se queda corto quienquiera que la visite.
Supimos en nuestro recorrido por San Sebastián de su playas, con la de La Concha distinguida y elegante, al igual que la de Ondarreta con el Palacio de Miramar cercano y la de Zurriola, la más pequeña pero con delicioso encanto. Contemplamos desde el paseo la belleza de los montes de Igeldo y el Urgull, con la isla de Santa Clara al medio y paseamos sus calles en torno a la Catedral del Buen Pastor de alta presencia aguja al cielo. Disfrutamos de la tarde paseando por su casco viejo en el que destaca la plaza de la Constitución, con su antigua Casa Consistorial, plaza de planta rectangular con numerosos balcones de tres alturas en cuyos dinteles perdura la numeración de cuando se convertían en palcos alquilados para presenciar en sus tardes decimonónicas la fiesta taurina. Sin olvidar en nuestro recorrido el Bulevard y la plaza de Oquendo, la del famoso almirante español flanqueada por el Hotel María Cristina en recuerdo de la madre de Alfonso XIII y el Teatro Victoria Eugenia, la esposa del monarca, junto al rio de Uromea. Cruzando el puente del Kursal con un moderno Palacio de Congresos en su misma desembocadura, conocimos el barrio de Gross con sus casas emblemáticas en la ribera del rio.
Destaca pues en San Sebastián todo su conjunto, armonioso y generoso de luz en nuestro afortunado día de visita, que convierte a la bella donosti en la auténtica joya de las vascongadas, sin olvidar su robusto Ayuntamiento junto al Club Náutico y la gente tomando el sol cuando la marea está baja en una jornada tan esplendida como inolvidable.
Aprovechamos muy bien el día viendo todas estas maravillas, bien caminando o bien a bordo del bus turístico que nos permitió conocer de una punta a otra lo más bello de la ciudad.
Comimos en el Urepel, una más de las delicias –dicho de forma oportuna- de San Sebastián, donde las famosas sopas y cremas de pescado, el txangurro y su carne, nos hicieron gozar de la mesa de un restaurante recomendado junto al casco viejo, donde bajando la comida, pasamos la tarde.
De vuelta al Bulevar, lugar que aprovechamos para unas pequeñas compras y donde teníamos aparcado el coche, retornamos a Vitoria con la satisfacción de haber conocido en uno más de sus bellos piropos a “la bella Easo”, nombre en recuerdo de la antigua ciudad romana situada junto a la playa norteña.
2 comentarios:
Julio:
Precioso paseo por San Sebastián.
Estos artículos viajeros son un auténtico placer. Me encantan todos.
Un abrazo
Ana
No se por qué no relaciono europa con playas, si tiene unas tan hermosas... pero a primera impresión no logro crearme una imágen. Qué bonito debe ser, mágico como todo mar.... me gustaría ver más fotos o más grandes, ojalá puedas un día poner más que me dejas con ganas de hurgar en los rincones de los collages que pones. Te comparto el único viaje que pude disfrutar el año pasado: http://paginas-y-cuervos.blogspot.com/2010/02/el-jardin-surrealista-de-sir-edward.html
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