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18 febrero 2012

ARTUR MAS Y SU GUISQUI DE MEDIA TARDE

Artur Mas y su guiski de media tarde

Tengo ante mí una botella de güisqui Long John. Su nombre: en recuerdo del famoso pirata de la novela La Isla del Tesoro del escocés Robert Louis Stevenson. La botella está de licor en su justa mitad. Medio llena, medio vacía.

Este es aun argumento que se utiliza muchas veces para opinar acerca de una misma situación desde puntos de vista totalmente diferentes u opuestos. El optimista y el pesimista, normalmente se dice.

Pero son muchas las veces en que también se puede aplicar el aserto ante las distintas formas de ver las cosas. Y no me refiero al plan A y al plan B, incluso al C, ante cualquier adversa situación que se presente. No, me refiero simplemente a que ante una situación claramente expuesta, se puede llegar a su solución por diversas vías.

Sin embargo, si una botella está llena, es que está llena. Blanco y en botella.

Decir lo contrario, que está medio vacía o en su totalidad, es mentir. Y cuando se miente y además de forma tan descarada, no hay opción para el debate. Ni de ideas, ni de posturas, ni de soluciones. La única razón existente es la decidida opción para mentir con un fin que se puede medir entre el mayor de los ridículos y el más indigno de los objetivos, según sea el fin que se persigue. Y cuanto de mayor alcance sea la farsa, mayor será la ruindad de quien la pregona.

Artur Más en una entrevista publicada en el diario francés Le Monde, entre otras perlas, ha dicho que España anexionó a la fuerza a Cataluña hace trescientos años.

¡Qué gran mentira al servicio de una indecente farsa!

Por el testamento de Carlos II recayó la corona en el Borbón Felipe V allá por el 1700. Una de las primeras actuaciones del nuevo monarca fue la de asistir a la Cortes de la Generalitat Catalana y jurar sus Fueros; a lo que respondieron los próceres catalanes con su juramento de fidelidad a Felipe V.

Poco después, las naciones europeas, temerosas de que Francia y España adquirieran un mayor poder, formaron la Segunda Gran Alianza y declararon la guerra a España, invadiendo su territorio para tomarlo por las armas. Tanto en el Reino de Valencia como en Cataluña hubo quienes se pusieron de parte del invasor convencidos de unas prerrogativas, cuales cantos de sirenas. También los hubo en ambos territorios quienes leales a su Rey, empuñaron las armas contra quienes se querían apropiar de lo que no les correspondía, siendo a la sazón su único objetivo coronar como Rey de España, Rey de España con mayúsculas, y no de otra región, al Archiduque Carlos como Carlos III.

Con la muerte del Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, su hermano José I, el ilegalmente nombrado Rey de España abandonó con sus huestes las tierras españolas, toda vez que estaba más interesado en ser coronado Emperador; lo que puso punto y final a una guerra internacional provocada por los recelos de la Gran Alianza ante el mayor poder de la familia borbónica. Por cierto, Carlos III, Rey de España, se convirtió en Carlos VI, quien gobernó el Sacro Imperio con el más absoluto de los centralismos. Sin embargo, en España, las provincias vascongadas leales a la corona no perdieron sus Fueros.

Artur Más miente y lo sabe. Aquí no hay botella medio llena, media vacía que valga.

Si acaso una botella de güisqui Long John que un vulgar pirata quiere apropiarse cuando no le corresponde.

Su dueño, la soberanía nacional del pueblo español de la que en una parte de España, Cataluña, un día juró fidelidad a su Rey, y luego la incumplió.

Por cierto, Felipe V no juró las Cortes del Reino de Valencia. Pero esto es otra historia.

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