Arturo Fernández se enfrenta a "doce mujeres sin piedad" no a pecho descubierto dada la elegancia tan en él innata, pero sí sin pelos en la lengua, con su habitual gracejo, con su saber estar que de cuna le viene, sin hablar mal de nadie y lo que es más importante, con la verdad por delante que siendo la suya, es incuestionable.
Para ello sólo hace falta verse libre como un pájaro, sin ataduras, sin deber nada a nadie y con la decencia que atesoran sólo los que aborrecen de la mentira y de la manipulación.
Hasta habla bien de Willy Toledo que ya es decir.
Su única mentira es decir que amor se escribe con hache, que no domina la ortografía. Entre sus muchas verdades su aseveración de que el hombre que ama a su mujer nunca le es infiel, aunque haya quien ha cogido a su marido con una mujer negra en la cama sobre la blanca sábana y él lo niega.
-¿La negra? ¿Dónde está la negra? No ves que no hay nadie en la cama. Porque la ama; a su mujer.
Arturo Fernández: desde mi blog te doy las gracias por haber salido con honra y dignidad, sin uso del panfleto, ante doce bellas mujeres.
Doce mujeres sin piedad.
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