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20 junio 2008

CORFÚ


Día 13 Corfú

El día amaneció algo nublado y al haber atrasado indebidamente el reloj, porque cuando correspondía era al amanecer del día siguiente, perdimos el desayuno al encontrarnos con las puertas cerradas, por lo que subimos a la zona de piscinas donde tomamos un café. La llegada a Corfú, Kerkira para los griegos, estaba anunciada para las doce y el inicio de la excursión contratada para las 13 horas, por lo que era cuestión de esperar un poco gozando de la navegación y de la brisa, cómodamente sentados, y en agradable conversación con Idoia y David, otra de las parejas con la que compartíamos no sólo la cena, sino cuando coincidíamos en las visitas a las diversas excursiones que diariamente nos ofrecían. Adelantamos pues la hora de la comida mientras ponía el reloj en su hora, y ya preparados, iniciamos la excursión elegida con visita al Palacio de Achilleion y al centro histórico de Corfú, con visita a una de sus playas más próxima.

Corfú, isla situada en el mar Jónico, es la segunda más poblada de Grecia, con su patrón San Espiridón y la famosa torre que lleva su nombre. Destaca en toda la isla su vegetación exuberante de la época veneciana, en la que abundan los cipreses y los olivos, con alturas estos últimos de doce metros. La madera del ciprés es utilizada para la construcción de iconos y la del olivo para utensilios domésticos. Los ingleses, los últimos dominadores de la isla, plantaron eucaliptus, y que junto a los almendros y buganvillas convierten a la isla de 120 pueblos y 140.000 habitantes en un auténtico vergel. Dos de sus pueblos se denominan Castellani en recuerdo a la Castilla española. En Corfú el 97 % de sus habitantes profesan la religión cristiana ortodoxa y el 3% la católica, mientras que para su culto existen más de 800 iglesias en toda la isla.

El punto más alto es el monte Pantocrátor: el todo poderoso, cuyo nombre se aplica al Dios Zeus. Su clima muy lluvioso durante el invierno, cambia después de la pascua ortodoxa –un mes después de la cristiana- hasta el mes de octubre, cuando vuelve la temporada de las lluvias que mantienen el verdor en toda la isla.

Actualmente, el turismo, cautivado por sus playas de aguas esmeraldas y cristalinas, representa uno de los mayores atractivos de la Isla, en la que Ulises, el rey más inteligente de Grecia, en su regreso a Ítaca, fue el primero de sus turistas cuyo nombre se conoce. Y en su recuerdo, entre otros muchos, según la mitología griega, destaca su barco petrificado en un pequeño islote que se forma en la roca. Hasta el siglo XIX vivió en Corfú la intelectualidad griega, enamorados de la isla y refugiados de la amenaza turca de la que eran perseguidos. En sus horas de tertulia tomaban con seguridad el exquisito licor de Kumquat, hecho de mandarinas y de un fruto ácido con semejanza al de un grano de uva grande, y del que me hice con una botella, que mientras me dure, mantendrá más cerca de mi memoria el recuerdo de su calles pequeñas y comerciales, de su amplia alameda paralela a los soportales, en los que las cafeterías y sus cómodos butacones invitan al descanso contemplando un centro histórico protegido, frente a una de sus fortalezas en la costa.

Los primeros pobladores de la Isla fueron los cristianos, los que llegaron junto a San Pablo en el inicio de sus predicaciones por toda Grecia.

Los turcos intentaron sin éxito apoderarse de la isla, lo que impidieron primero los almogávares, las tropas de la Corona de Aragón: las que durante ochenta años del siglo XIII gobernaron la isla, y más tarde lo hicieron los venecianos, evitando el asedio otomano y dueños absolutos de sus puertos, desde los que se suministraban el aceite deseado rumbo a la república veneciana. En su arquitectura destaca la influencia veneciana, como señal de su presencia, especialmente en la semejanza con las zonas portuarias italianas. Y fueron ellos los que construyeron las enormes fortalezas a partir del siglo XV, contra la amenaza turca.

Quien sí consiguió invadir Corfú fue Napoleón, en el siglo XVIII, hasta su expulsión por los ingleses cuando las Islas Jónicas pasaron a ser colonias británicas, dominio que finalizó con la reunificación de Grecia el 11-5-1864, según consta en un sencillo monumento de la amplia alameda junto a un bello kiosco musical.

Sissi, la emperatriz austriaca, mujer de vida triste y desgraciada casada con su primo de quien huía, encontraba su mayor fortaleza en sus constantes viajes. Cuando llegó a Corfú y contempló su belleza, semejante al mejor de los jardines de su tierra, mandó construir un palacio donde, entre viaje y viaje, pasaba largas temporadas. Visitamos su palacio de Achilleion, en el que permanecen algunos de sus efectos personales, su dormitorio, su despacho, sus retratos y una escultura que da fe de su alta y estilizada figura, de su porte real. Presa de problemas mentales y familiares murió asesinada en Ginebra, en uno de sus viajes, a la edad de 61 años víctima de un anarquista italiano.

En los jardines del Palacio neoclásico destacan dos estatuas de Aquiles, una de ellas mostrando toda su fortaleza, y la otra, el Aquiles moribundo, mirando al cielo y buscando la ayuda de los dioses, mientras intentaba quitarse la flecha de su talón herido de muerte: su único punto vulnerable al no ser bañado por las aguas sagradas en el instante en que su madre le sumergía sujetado por el talón derecho; estatua cincelada con mármol de carrara.

Recorrimos el jardín de las nueve musas, las que inspiraron a la cultura griega, rodeado de vegetación en la que destaca la estatua sedente de Lord Byron, el romántico enamorado de Grecia donde murió, en contrapunto con el embajador Lord Elgin, el gran depredador de Grecia y que en su beneficio hurtó todo cuanto pudo. Los dos eran Lord, pero sus sentimientos eran opuestos.

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